La detección precoz de las malformaciones congénitas es uno de los principales retos que tiene la ginecología en nuestro tiempo y, aunque el desarrollo tecnológico y la formación de los especialistas han permitido avances casi impensables hace unos pocos años, aún siguen produciéndose un importante número de negligencias relacionadas con la falta de diagnóstico de malformaciones visibles.
En materia de diagnóstico prenatal, en nuestro país tienen especial importancia los protocolos, guías clínicas y documentos de consenso de la Sección de Ecografía de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SESEGO) y a ellos deben atenerse los facultativos especializados en este ámbito de la medicina (normalmente Nivel IV de la SESEGO).
A pesar de todo lo anterior, lo cierto que aun a día de hoy existen malformaciones congénitas que no resultan diagnosticables pues escapan a los mecanismos de detección existentes o que no son diagnosticadas por una negligencia médica.
Como ejemplo de ello podemos citar un caso tramitado en nuestro despacho, en el que no se diagnosticó un teratoma sacrococcígeo de gran tamaño (equivalente en tamaño y peso a la cabeza del feto):
No se diagnosticó en la ecografía morfológica de la semana veinte de embarazo y, lo que es más sorprendente aún, tampoco en una ecografía realizada en la semana 34 de gestación.